Microrrelatos

Susurro

 <<Desde aquella tarde de otoño ya nada es igual -dijo mientras la acariciaba-. ¿Te acuerdas? Ese día, fuimos tan felices: bebimos, bailamos, nos amamos. Pero unas horas más tarde todo cambió. Fue tan rápido, tan confuso y tan extraño. Te fuiste. Yo tuve la culpa. Y aunque regresaste, ya nada fue lo mismo>>.

  <<¿Sabes? se me hace tan cuesta arriba estar encerrado en esas cuatro paredes, contemplándote y hablándote, sin obtener respuesta alguna. Ni una palabra, ni siquiera una simple mirada. Todavía recuerdo cuando te ibas a trabajar por las mañanas y me despertabas con un beso. Después salías por la puerta, te volvías y me regalabas una tierna sonrisa. Ahora no hay nada>>.

  <<Te sigo queriendo y siempre serás parte de mi, pero debo dejarte marchar>>.

  Con ojos vidriosos abrió la urna y lanzó su contenido, desde el embarcadero. Sus cenizas bailaron junto a la brisa del mar y con la misma elegancia con que se movía ella, sus restos desaparecieron en el horizonte.